viernes, 29 de mayo de 2009

Los cuatro pilares de la educación

Sabemos que la educación debe transmitir, masiva y eficazmente, un volumen cada vez mayor de conocimientos teóricos y técnicos evolutivos, adaptados a la civilización cognitiva, porque son las bases de las competencias del futuro.
La educación debe estructurarse entorno a cuatro aprendizajes fundamentales, que en el transcurso de la vida serán para cada persona, los pilares del conocimiento: aprender a conocer, es decir, adquirir los instrumentos de la comprensión; aprender a hacer, para poder influir sobre el propio entorno; aprender a vivir juntos, para participar y cooperar con los demás en todas las actividades humanas; por último, aprender a ser, un proceso fundamental que recoge elementos de los tres anteriores. Por supuesto, estas cuatro vías del saber convergen en una sola, ya que hay entre ellas múltiples puntos de contacto, coincidencia e intercambio.

Aprender a conocer
Consiste para cada persona en aprender a comprender el mundo que la rodea.
Es fundamental que cada niño pueda acceder de manera adecuada al razonamiento científico y convertirse para toda la vida en un 'amigo de la ciencia'.
Sin embargo la idea de un conocimiento omnisciente es ilusoria.
Aprender para conocer supone, aprender a aprender, ejercitando la atención, la memoria y el pensamiento.
El ejercicio del pensamiento, debe entrañar una articulación entre lo concreto y lo abstracto.
El proceso de adquisición del conocimiento no concluye nunca.
Puede considerarse que la enseñanza básica tiene éxito si aporta el impulso y las bases que permitirán seguir aprendiendo durante toda la vida, no sólo en el empleo, sino también al margen de él.


Aprender a hacer
Aprender a conocer y aprender a hacer son indisociables. Pero: ¿cómo enseñar al alumno a poner en práctica sus conocimientos y, al mismo tiempo, cómo adaptar la enseñanza al futuro mercado de trabajo, cuya evolución no es totalmente previsible?
Cada vez con más frecuencia, los empleadores ya no exigen una calificación determinada, que consideran demasiado unida todavía a la idea de pericia material, y piden, en cambio, un conjunto de competencias específicas a cada persona, que combina la calificación propiamente dicha, adquirida mediante la formación técnica y profesional, el comportamiento social, la aptitud para trabajar en equipo, la capacidad de iniciativa y la de asumir riesgos.
Y cobra cada vez mayor importancia la capacidad de comunicarse y de trabajar con los demás, de afrontar y solucionar conflictos.
No es fácil deducir cuáles deben ser los contenidos de una formación que permita adquirir las capacidades o aptitudes necesarias.
La función del aprendizaje no se limita al trabajo, sino que debe satisfacer el objetivo más amplio de una participación en el desarrollo dentro de los sectores estructurado o no estructurado de la economía.

Aprender a vivir juntos
Este aprendizaje constituye una de las principales empresas dé la educación contemporánea. La historia humana siempre ha sido conflictiva, pero hay elementos nuevos que acentúan el riesgo, en particular el extraordinario potencial de autodestrucción que la humanidad misma ha creado durante el siglo xx.
La idea de enseñar la no violencia en la escuela es loable. Es una tarea ardua, ya que, como es natural, los seres humanos tienden a valorar en exceso sus cualidades y las de su grupo, y a alimentar prejuicios desfavorables hacia los demás. Tiende además a privilegiar el espíritu de competencia y el éxito individual.
Parecería adecuado dar a la educación dos orientaciones complementarias: el descubrimiento gradual del otro, y durante toda la vida, la participación en proyectos comunes, un método quizá eficaz para evitar o resolver los conflictos latentes.

Aprender a ser
la educación debe contribuir al desarrollo global de cada persona: cuerpo y mente, inteligencia, sensibilidad, sentido estético, responsabilidad individual, espiritualidad.
Todos los seres humanos deben estar en condiciones, de dotarse de un pensamiento autónomo y crítico y de elaborar un juicio propio, respecto a diferentes circunstancias de la vida.
La función esencial de la educación es conferir a todos los seres humanos la libertad de pensamiento, de juicio, de sentimientos y de imaginación que necesitan para que sus talentos alcancen la plenitud y seguir siendo artífices, de su destino.
Este imperativo no es sólo de naturaleza individualista, es también a veces la mejor oportunidad de progreso para las sociedades.
En la escuela, el arte y la poesía deberían recuperar un lugar más importante que el que les concede, una enseñanza interesada en lo utilitario más que en lo cultural El afán de fomentar la imaginación y la creatividad debería también llevar a revalorizar la cultura oral y los conocimientos extraídos de la experiencia del niño o del adulto.
La educación es ante todo un viaje interior, cuyas etapas corresponden a las de la maduración constante de la personalidad.


Vale decir que los cuatro pilares de la educación, no pueden limitarse a una etapa de la vida o a un solo lugar.


"De acuerdo a lo sintetizado del texto original consta decir que los cuatro pilares van notoriamente de la mano, es por eso que pienso que deberían ser enseñados de forma conjunta, no como entes separados. Ya que estamos ciertos que en la educación básica se enseñan solo conocimientos teóricos (aprender a conocer), pero no se ocupan, (o en menor medida) de el aprender a hacer, aprender a vivir juntos, y el más esencial y mens enseñado, el aprender a ser.
Creo también que es fundamental crear métodos de motivación que puedan hacer desaparecer los límites que nos impiden , muchas veces, aprender a ser. Ya que a mi juicio hasta la educación media nos enseñan netamente más y más contenidos, como si nuestras mentes cumplieran las mismas funciones de un disco duro, y no se preocupan de cultivar el alma y el espíritu que son realmente importantes.
Falta mucho por hacer y creo que los pedagogos tenems una misión, la cual es crear seres libres de pensamiento y sin limitaciones culturales o sociales."

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